El oasis de Farafra, es el más pequeño de Egipto. Se encuentra dentro del Desierto Occidental de Egipto a medio camino entre Dakhla y Bahariya. Con una población aproximada de 5000 personas, la estructura del oasis es la de una gran extensión triangular con la capital, en la que vive el conjunto de la población en el centro. La mayoría de los habitantes son beduinos.
Pertenece al grupo de oasis del Nuevo Valle, conocido como Ta-hit o la tierra de la vaca (asociado a la deidad Hathor, debido a que el oasis proporcionaba comida en pleno desierto). Este oasis es conocido ya en el Egipto de los faraones, y es nombrado en muchas inscripciones del templo de Karnak o Luxor. En el templo de Luxor, se cita al oasis como origen de muchos de los minerales que lo ornan, y en el templo de Karnak se relata la ocupación de Farafra por las tropas libias durante el reinado de Merenptah (hijo de Ramses II) durante la XIX dinastía. En el templo de Edfu, se le denomina el tercero de los Siete Oasis de Egipto, en Ta-hit, al noroeste de Kenemet (Dakhla).
A pesar de esta larga historia, durante el esplendor del imperio egipcio, Farafra, no se conservan grandes construcciones de esta época, ni evidencia de la ocupación egipcia. Este hecho se relaciona con las muchas leyendas que envuelven el origen de Farafra como la que cuenta la desaparición de las tropas de Cambyses, facción del ejército persa que conquistó Egipto en el siglo VI a.C. Según Herodoto, Cambyses envió 50000 hombres desde Tebas a Siwa para destruir el oráculo de Amun. Los soldados caminaron siete días a la ciudad del oasis (seguramente Carga) y luego, via Dakhla a Farafra. El ejército nunca alcanzó Siwa. Según Herodoto el ejército fue sepultado por una violenta tormenta de arena, en pleno desierto blanco.
El acceso a Farafra es complicado, y se realiza a través del desierto blanco. Las caravanas recorrían ya esta ruta en la época del control romano, buscando la ruta hacia el Valle del Nilo. Ya que las rutas eran contínuas se construyó el Qsar el-Farafra, fortaleza que, construida sobre una meseta, controlaba el desierto. La estructura, construida de piedra y adobe, fue ampliada en la época medieval, llegando a contar con 125 habitaciones. En los años 50 su estructura se dañó a consecuncia de las lluvias torrenciales que asolaron la región, destruyendo la mayor parte de la construcción. En la actualidad tan solo algunas habitaciones se encuentran habitadas. Cerca del Qsar- el Farafra, se encuentra un viejo cementerio en el que se encuentran tumbas excavadas sobre la roca, aunque parcialmente enterradas en arena. En las cercanías aparecen también algunas tumbas cristianas.
En el entorno del oasis se encuentra también un cementerio romano, Ain Besai, sitio arqueológico de relevancia según el arqueólogo egipcio Ahmed Fakhry, que investiga la zona. El lugar conserva aún muchas de las estructuras de adobe originales en buen estado.
Además de las construcciones de adobe y roca, Farafra se compone de accidentes geológicos singulares como el Ain Hadra, una fuente que crea un lago, y que está rodeada por restos cerámicos de las caravanas romanas y bizantinas. También destaca Wadi Abu Hannis, una formación rocosa en la que aparece un desfiladero denominado Witaq Abu Tartur, en el que se encuentran la mayor aprte de las estructuras romanas.
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